domingo, 16 de marzo de 2008

Libertad vs. Igualdad

En realidad el título no es muy correcto y sin lugar a dudas todos coincidimos en que son dos valores fundamentales que deben ir de la mano, complementándose y dirigidos al bien común.

En algunos tests ideológicos dan a elegir entre libertad o igualdad para ver si nos encontramos más del lado derecho-liberal o de uno izquierdo-igualitario. Debo confesar que pertenezco a los segundos y no creo que haya libertad sin acortar las diferencias sociales. Siempre me opuse a esas ideas como la que dejando libres a los actores interactuando entre sí se beneficia el conjunto, el tema de la mano invisible y la mentira del efecto derrame, entre otras teorías de la derecha liberal.

Para que no crean que soy un neogramsciano encubierto (perdón por la redundancia) intentaré no usar autores rojos y sí algunos liberales. Debemos tratar de aislarnos del lugar donde vivimos y el contexto socio-cultural en el que nos desarrollamos para adentrarnos en la verdadera condición humana y ver a dónde se inclinan los hombres, ya sea esto positivo o negativo.

Lo mejor que he leído en “La Democracia en América” de Tocqueville fue su gran descubrimiento de que todos los hombres tienen un profundo amor y ansias de igualdad. Y este sentimiento es tan profundo que supera por lejos a la libertad.

Incluso nuestro amigo francés llega a señalar que las personas prefieren vivir sin libertad y todos iguales en la esclavitud a que haya diferencias entre ellos. Sufrirá la pobreza, la servidumbre, la barbarie, pero no sufrirá la aristocracia. Las personas detestan las diferencias en la distribución y esto genera innumerables efectos psicológicos y sociológicos de los cuales la única forma de solucionar los problemas que produce es reducir esas distancias, que es la causa de esos males. Lo complicado es que ese sentimiento es insaciable y mientras más igualdad le dan, más igualdad quieren y por una mínima diferencia aparecen conflictos y a veces ocurre que cuantos menos privilegios quedan, más detestan los hombres los privilegios. De allí la importancia de reducir las diferencias al mínimo.

Por supuesto que esto no anula la libertad, pero creo que se le presta mayor atención o se dice que con sólo ella se alcanza para tener una sociedad en orden. Creo que se olvida con frecuencia de hablar sobre la igualdad y los problemas que genera la falta de ella. No creo que haya libertad sin igualdad o ¿cómo creen que reaccionaría un pobre hombre que no tiene ni para comer y le cuento que según la Constitución Nacional tiene derecho a trabajar y ejercer toda industria lícita, de navegar y comerciar, de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino, de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa, de usar y disponer su propiedad, de asociarse con fines útiles, de profesar libremente su culto, etcétera?

Por supuesto que ambas ideas deben ir de la mano y luchar por conseguir ambos objetivos. Aunque creo que esta elección propuesta, en ultima ratio nos diferencia a algunos de los otros en política y en otros ámbitos de la vida.

Es un sacrilegio que en nuestro país que alguna vez se jactó de ser el granero del mundo hoy haya gente que se muera de hambre. Sobre esto son las políticas más urgentes que tenemos que llevar a cabo. Y no por planes que generan clientelismo y que en vez de cambiar la realidad la mantienen. Sino mediante trabajo y reducir la diferencia social. Creo firmemente que la compra de votos con choripán, no elimina la pobreza, la alimenta.

Como escribió Mario Vargas Llosa: “¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que se le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo! La libertad es individual y requiere un nivel mínimo de prosperidad para ser real. Porque quien es pobre y depende de la dádiva o la caridad para sobrevivir, nunca es totalmente libre.”

Adolfo Mena