sábado, 2 de junio de 2007

La hora de la reconciliación

Los sucesos que marcaron a fuego la historia Argentina en la década del setenta sembraron el espanto en la sociedad de aquellos años; espanto que resurge constantemente ante la necesaria memoria de lo que aconteció en aquel tiempo.

La gravedad de lo sucedido forjó una herida que mantuvo bajo el velo de un silencio oscuro las voces de la sociedad. Hoy día, aquellas voces toman fuerza y su grito estremece los oídos de aquellos dispuestos a escuchar. Sin embargo, la herida no para de sangrar y cada voz que se levanta traza un abismo entre dos extremos, ambos santos y demonios, según la voz que los convoque, dejando para los oídos preocupados por la voz de la Verdad un silencio atroz.

La parcialidad que inunda los medios de comunicación no indaga sobre las causas profundas del conflicto. Las posibles razones que llevaron a cada bando a actuar como lo hizo, sus ideas, intenciones y posibilidades no son importantes a la hora de presentar el tema; sólo importa el impacto que éste causa.

No es de extrañar que el trato que los ´70 tienen en los medios responda a la demanda de los espectadores. Lo que sí resulta de alarmante gravedad es que en los ámbitos intelectuales no se libre un debate que busque la objetividad. Parece que aquel silencio oscuro que calló a tantas voces hoy no dejará de cubrir con su velo a aquellos capaces de presentar un debate que indague sobre causas, razones, ideas y resoluciones del conflicto. No se ha presentado hasta el día de hoy nada que se asemeje a un análisis histórico crítico de lo sucedido. No se ha cubierto aún la demanda de aquellos hombres sedientos del manantial de la Verdad; demanda, creemos, del país mismo, que aún sangra dolor, rencor y odio, y no hace más que quebrarse en un incesante llanto ante el espantoso espectáculo una sociedad quebrada por el abismo de un pasado turbulento.
-----------------------------------------o---------------------------------------
Un negro cartel, cuyo matiz no hace mas que develar lo oscuro de sus implicancias, reza: “Ni olvido, ni perdón.”

Una sociedad que pregona el olvido, es una sociedad sin raíces ni identidad; arrojada a la existencia sin más horizonte que el acontecer. Nadie que ame esta nuestra patria puede negar la impostergable necesidad de memoria.

Sin embargo, una sociedad que no perdona, es una sociedad que se detiene indefinidamente en una grieta de su historia de la que no puede salir más que para volver a caer. Todo aquél que pretenda para nuestro país un futuro próspero para cada argentino, no puede más que aborrecer la idea de una sociedad de una sociedad sin reconciliación. Nada más claro a estos efectos que aquel viejo postulado inglés: “Together we stand, divided we fall.”

Una vez mas la historia nos alcanza. Tras la “hora de la espada” se hace presente la hora de la razón reconciliadora. La patria demanda ser resguardada de los rencores que la quebrantan. Proponemos que se intente, al menos como comienzo y desde éste humilde medio, un debate consciente y objetivo, sin olvidar que la sangre vertida amenaza cualquier intento de objetividad, pero recordando que solo desde la conciliación es posible armar un país.

La Sara

2 comentarios:

Zabalita dijo...

Totalmente a favor de la reconciliación y de superar los 70. Eso sí, siempre y cuando la reconciliación suponga previamente la justicia, es decir el castigo a los culpables en forma proporcional a su responsabilidad. Los que desde el Estado se dedicaron a torturar y matar deben pagar por sus crímenes. Quienes desde la sociedad civil practicaron el terrorismo, pues también deben pagar por sus acciones.

No los pongo en pie de igualdad. El Estado se supone que debe velar por el bienestar general. Y si es el garante del estado de derecho, pues debe ser el primer interesado en cumplirlo. Las bandas armadas que cometen actos criminales (no importa quien tiró la primera piedra) deben hacerse cargo de la responsabilidad.

Ni dos demonios (o al menos de estatura similar) ni uno solo. Justicia para todos! Y por ahí, eso permite la reconciliación.

Siddharta dijo...

Pido tener consideración de que pasaron solo tres dècadas y estas heridas no curan tan rápido, no se si reconciliacion, tal vez algo mas parecido a una paz, o un cese de estas agresiones q crean ese "avismo".